Raúl “Papín” Jaras
Su nombre fue sinónimo de velocidad en el cono sur de América por muchos años, y ser “tan rápido como Papín Jaras” era la frase típica que usaba la juventud tuerca en los años 50 y 60, pues todos queríamos parecernos a este ídolo y piloto de carreras superdotado.
Raúl Jaras Fleischmann nació en Santiago el 14 de mayo de 1931. Desde niño recibió como apodo “Papín”, el que lo acompañaría en su larga y brillante carrera en el automovilismo, tanto en Chile como en el extranjero.
Se inicia en la actividad deportiva precozmente y, como tantos campeones, a bordo de una motocicleta. Debutó en el automovilismo cuando tenía apenas 17 años, en 1948. No tenía licencia de conducir ni tampoco permiso paterno…
En diciembre de 1950, con apenas 19 años, triunfa en la carrera preliminar del único e histórico Grand Prix de Chile para autos de fórmula, en el circuito de Pedro de Valdivia Norte, el que ganara Juan Manuel Fangio con una Ferrari. Piloteando un auto inglés Vauxhall, el joven Papín resulta ganador en la categoría de coches carrozados con fuerza libre. Una victoria que sin duda daba luces de su glorioso futuro.
Posteriormente pasaría a identificarse con la marca Chevrolet en la serie mayor del automovilismo, con la que haría toda su brillante carrera deportiva en Chile. Raúl Jaras fue el máximo exponente de esa marca de la General Motors, junto a sus compañeros de equipo Eugenio Velasco y Luis Hernán Videla, en la lucha permanente de Chevrolet contra los numerosos Ford de Turismo Carretera que piloteaban sus rivales, como Bartolomé Ortiz, Nemesio Ravera, les hermanos Neder y Boris Garafulic, entre otros.
En las décadas del 50 y del 60 es el gran protagonista de nuestro automovilismo, y gana innumerables carreras no solo en Chile sino también en Perú y Argentina. Venció más de una vez en prácticamente todos los circuitos en que se corría en aquellos años, como el de Las Tres Provincias, el Circuito Sur, el de Pedro de Valdivia, el del Parque Cousiño, el de Limache, el de Quilpué-Villa Alemana, el Circuito de Los Dominicos, el de Viña del Mar, el de La Serena, de Mendoza, etc., etc. No había ciudad o pueblo donde no conocieran su victorioso Chevrolet Wayne -de color rojo y capot azul- que pasaba raudamente por los caminos.
En el larguísimo Gran Premio del Perú de 1953, de frontera a frontera, Jaras punteaba la competencia después de varios días de carrera, hasta que su auto fue saboteado, por lo que Papín decidió retirarse de la prueba, luego de que le pincharan los neumáticos para evitar que ganara. Al año siguiente, en 1954, tiene una destacada actuación en la Carrera Panamericana de México piloteando un Chevrolet Bel Air que le proporciona la fábrica desde Estados Unidos.
En 1956 compite en dupla junto a Eduardo Kovacs en los famosos 1000 Kilómetros de Buenos Aires, prueba válida por el campeonato mundial, la que es ganada por Stirling Moss a bordo de un Maserati del equipo oficial italiano. Papín Jaras y Kovacs, piloteando un Mercedes 300SL Alas de Gaviota, obtienen un espectacular 6° lugar, superando incluso a los Mercedes Benz del equipo oficial germano, lo que los hizo merecedores de una especial felicitación de los representantes de la fabrica en Alemania, por los puntos obtenidos por los chilenos para la Mercedes en el mundial de marcas. Un resultado exitoso impensable si se considera que Jaras y Kovacs se fueron andando en el Mercedes desde Viña del Mar hasta Buenos Aires y al regreso igual, después de haber corrido los mil kilómetros. ¡Una proeza increíble!
Después, con su fiel Chevrolet de Turismo Carretera, Raúl Papín Jaras se consagra Campeón de Chile reiteradamente entre los años 1964 y 1969. Sus victorias y éxitos deportivos son realmente innumerables a lo largo del país, y también en la Argentina. A comienzos de 1965 es el único chileno en disputarles a los mejores pilotos trasandinos la famosa Carrera Internacional Dos Océanos, entre Mar del Plata y Viña del Mar, con regreso hasta la ciudad balneario en el Atlántico. Luchando con volantes de la talla de Dante Emiliozzi, Carlos Pairetti, Rodolfo De Alzaga, Carmelo Galbato, Jorge Cupeiro, y Juan Manuel Bordeau, entre otros, Raúl Jaras logra finalmente un excelente 6° lugar, pese a sufrir múltiples problemas mecánicos en la larga ruta. Pero cuando no los tuvo demostró su pericia, como en la etapa de Mendoza a Viña del Mar en la que haciendo un espectacular tiempo de 4 horas 13 minutos y 23 segundos llegó segundo a la meta viñamarina, muy cerca del vencedor De Alzaga, pese a haber partido de Mendoza en el décimo lugar. Fue felicitado por el mismísimo Juan Manuel Fangio, el pentacampeón mundial de Fórmula Uno, quien era su amigo.
Es que Papín Jaras fue siempre un ganador nato, no un segundón. Corría para vencer, no para cuidar el auto y ver si con cautela lograba un buen puesto. Por eso mismo es que nos habituamos a verlo ganar, con su inigualable calidad conductiva. Si no era el vencedor estaba siempre en el podio. Era lo normal, a menos que tuviese algún percance mecánico que lo retrasara contra su voluntad y mente ganadora.
Entre sus triunfos más destacados en carreras de largo aliento por carreteras chilenas figuran el Gran Premio Puerto Montt-Santiago de 1958, y el Gran Premio SOPESUR, donde venció en dos versiones seguidas, las de los años 1964 y 1965. En esta última, demoró apenas 9 horas 53 minutos y 14 segundos para el total de la carrera, que unía las ciudades de Santiago, Puerto Montt y Concepción, al increíble promedio total de velocidad de 173.863 KPH. Algunos de los impresionantes récords que estableció Papín Jaras dejan en claro a la velocidad que piloteaba su bólido: de Santiago a Temuco, tardó 3 horas 36 minutos 4 segundos; de Santiago a Valdivia, 4 horas 36 minutos; de Santiago a Puerto Montt, 5 horas 54 minutos y 25 segundos. Sin duda una hazaña, especialmente considerando cómo era la ruta al sur el año 1965, que incluía hasta la temida cuesta de Lastarria y pasaba por dentro de todas las ciudades.
A partir de 1969 Papín se radica en la Argentina, ya que en vista de su exitoso palmarés es contratado por un poderoso equipo Torino, con el que tiene un exitoso desempeño, logrando más de un campeonato. En el país vecino se hizo muy famoso como gran volante de los Torino, e incluso fue contratado para una gran proeza a bordo de uno de esos históricos autos argentinos: un Raid de Buenos Aires a Nueva York, lo que Raúl Jaras logró completar con gran éxito y sin percances tardando apenas 9 días y medio de viaje. Esta hazaña tuvo una gran cobertura publicitaria, especialmente al terminar la maratónica travesía que culminó con Papín entrando sonriente en su Torino 380 por la concurrida Quinta Avenida de Nueva York.
Sin embargo, la brillante actividad como piloto de Papín Jaras terminaría lamentablemente con un grave accidente viajando en su Dodge particular por la carretera Panamericana Sur, del que se recuperó casi por milagro y, con su temple, valentía y tenacidad de siempre, logró salir adelante para felicidad de las multitudes que lo admiraron y vitorearon a su veloz paso por pueblos y ciudades de todo Chile, Argentina y Perú. No por nada se convirtió en una leyenda del deporte, sino que fue a punta de triunfos y éxitos, siendo el piloto que logró más campeonatos en la época de oro del Turismo Carretera. Sin perjuicio de sus triunfos en el extranjero, fue Campeón de Chile de la categoría máxima en cinco oportunidades: en los años 1955, 1958, 1965, 1966 y 1967.
Tuve la suerte de participar directamente en el homenaje que se le rindió a su extraordinaria trayectoria deportiva en el Rally 500 Kilómetros Sport a La Serena, organizado por el Club de Automóviles Antiguos de Chile (CAACH) en el año 2007.
Con posterioridad, fue para mí un gran honor que Raúl Jaras tuviera a bien escribir el prólogo de mi libro “¡Rugen los Motores!”. Este gran campeón falleció en Santiago en enero del año 2013. Para muchos, “Papín” fue el más grande entre los ases del automovilismo criollo de antaño.