Luis Hernán Videla
(1930-2012)
Fue uno de los grandes protagonistas de la era dorada del automovilismo deportivo nacional, quien tuvo sus más descollantes actuaciones en la década del 50 y no solamente en carreras disputadas en Chile, sino también en Perú, México y Argentina.
Luis Hernán Videla Pacheco fue un gran piloto, pero además un deportista muy completo habiéndose destacado en el fútbol como arquero y también como jugador de polo. Estudió en el Grange School y en la Escuela Militar y debutó en el automovilismo apenas obtuvo licencia de conducir. Lo hizo en 1949 en el “Circuito Los Balnearios” en la costa de la Quinta Región, piloteando un Buick 47 que le sacó a escondidas a su padre, el famoso senador Hernán Videla Lira. Por eso corrió ocultando su identidad bajo el pseudónimo “Don Luchito” logrando hacerse famoso de inmediato por su pericia, la que lo llevó al primer lugar de la categoría Carrozados. Como el apodo le trajo tan buena suerte, lo usó después en varias competencias y le pintó “Don Luchito” al frontis de sus autos por mucho tiempo, incluso cuando ya era famoso con su verdadero nombre. Ese mismo año ganó también magistralmente la carrera corrida en el circuito Quilpué – Villa Alemana en un Chevrolet Coupé también en la serie carrozados, de la que se convirtió en su más rápido protagonista por largo tiempo, acumulando muchas victorias.
En 1950 continuarían sus triunfos siendo el más bullado el que logró en la famosa prueba de Las Tres Provincias entre Santiago, Los Andes, Valparaíso y Santiago. A fines de ese año corrió en el circuito de Pedro de Valdivia Norte en la capital, en la competencia preliminar del Grand Prix de Chile para autos de fórmula, el que ganara el argentino Juan Manuel Fangio a bordo de una Ferrari. Hernán Videla hizo equipo con su amigo Raúl Jaras piloteando dos coches Vauxhall con los que lograron los dos primeros lugares en una jornada mecánica que pasaría a la historia del automovilismo.

En los años siguientes tuvo muy destacadas actuaciones en el legendario circuito de Macul, conduciendo ahora un coupé Chevrolet de “fuerza libre” siendo uno de los mejores volantes chilenos que enfrentaron frecuentemente a los astros argentinos cuya delegación era habitualmente encabezada por el gran campeón Óscar Alfredo Gálvez. Como reconocimiento a su habilidad y calidad de difícil rival, el célebre Gálvez – “El Aguilucho”- durante la premiación felicitó efusivamente a Videla y le obsequió una foto autografiada.
Luis Hernán Videla defendió siempre los colores de Chevrolet y del club deportivo Universidad Católica, del cual era también dirigente. En otra excelente actuación, en 1952 logró el segundo lugar en Fuerza Libre en el mismo Chevrolet coupé con que había destacado en Macul, en la tradicional carrera Gran Premio de Las Tres Provincias, escoltando esta vez muy de cerca a su rival de Ford, Bartolomé Ortiz.
Obtuvo además un brillante 4° lugar en el Gran Premio del Perú del año 1952, carrera en la que también triunfara magistralmente el chileno Ortiz. Al año siguiente concurrió nuevamente junto a “Papín” Jaras a competir con sus Chevrolets en ese maratónico gran premio peruano de frontera a frontera. Sin embargo, después de varios días de competencia decidieron retirarse cuando fueron víctimas de sabotaje (les pincharon deliberadamente los neumáticos) pese a que Videla iba en los lugares de avanzada, y Jaras ocupaba la primera colocación.
En el Gran Premio Viña del Mar – Concepción – Puerto Montt de 1954, Videla (a quien sus amigos apodaban cariñosamente “El Pájaro”) tuvo una descollante actuación ya que batió todos los récords de velocidad al ganar las primeras etapas y establecer la marca de 10 horas 0 minutos con 58 segundos desde la partida en la Ciudad Jardín hasta Temuco, pasando por Santiago y Concepción. Lamentablemente en la última etapa su Chevrolet sufrió problemas mecánicos y debió abandonar. No obstante, dejó su marca para el bronce demostrando lo veloz que era como piloto cuando los “fierros” le respondían.
Haciendo equipo con Raúl Jaras, en 1954 partieron a México a participar en la famosa Carrera Panamericana. Una gran aventura con cientos de participantes de todo el mundo, que recorría México desde la frontera norteamericana hasta la frontera con Guatemala. En esa maratónica competencia completaron una muy meritoria actuación ya que, pese a que corrieron en autos Chevrolet Bel Air totalmente standard, facilitados por la fábrica General Motors, lograron terminar entre los 58 mejores, entre los 330 autos participantes. Cabe señalar que a esa afamada carrera internacional acudían los equipos de competición de las marcas más importantes de Europa y Estados Unidos. Sin ir más lejos, ese año los ganadores de la Panamericana fueron los equipos oficiales Ferrari y Porsche, cuyos autos ocuparon los primeros cinco lugares de la clasificación general, en ese mismo orden.

En 1955 Videla fue invitado junto a otros destacados pilotos nacionales a participar en una serie de competencias en óvalos en unos pequeños coches de carrera monoplazas fabricados en Chile, con la mecánica de los Ford A (de los cuales se habían armado más de diez mil en el país). Estos Midgets fueron manufacturados a partir de 1954 en un taller mecánico ubicado en la Avenida Bustamante 150 en Santiago, siguiendo la forma de las carrocerías de los Midgets monoplazas que competían en Estados Unidos. El Campeonato fue denominado Ranking Nacional de Midgets y se desarrolló en varios escenarios capitalinos como en la pista del Estadio Nacional, del Club Hípico y especialmente en el óvalo de ceniza del Estadio Atlético del Colegio San Ignacio, en la Avenida Bilbao. En la categoría de pilotos expertos figuraban, además de Luis Hernán Videla, conocidos volantes como Jorge Soza, Ismael González, Bartolomé Ortiz, Teobaldo Díaz, Amadeo Bernasconi, Germán Picó y Miguel Nieto, entre otros. Había además una serie preliminar para pilotos novicios, la que animaba aún más los espectáculos. Fueron carreras muy entretenidas, con mucho público y muy disputadas por la paridad mecánica. Luis Hernán Videla descolló con su habilidad conductiva en estos pequeños bólidos y logró triunfar en la serie de pilotos experimentados.

Posteriormente, Luis Hernán Videla junto a Raúl “Papín” Jaras y Eugenio Velasco conformaron el equipo Chevrolet Wayne de Turismo Carretera, con el que conseguirían numerosos triunfos y éxitos en la década del 50 y comienzos de los 60, en su histórica lucha contra los coches Ford cuyos más notables exponentes en esa época eran los volantes Lorenzo Varoli, Bartolomé Ortiz, Nemesio Ravera y Sergio Neder.
En los años venideros participó con éxito en innumerables grandes premios por carretera y en importantes circuitos. Incluso corrió en pistas de Argentina y Perú, como en el recordado Circuito Atocongo en Lima. Los históricos circuitos nacionales como el de Macul, Parque Cousiño, Barrancas, Limache, Aconcagua y Los Dominicos, entre otros, lo tuvieron de relevante protagonista. La presencia de Videla en una carrera era sinónimo de que estaría entre los cinco primeros, ya que a su pericia le sumaba siempre máquinas veloces.
Luego de su retiro como piloto, a mediados de los 60, Videla continuó siempre muy ligado al automovilismo, organizando y supervisando carreras, como director del Automóvil Club de Chile, de la Asociación de Volantes de Chile y del club de sus amores, el Club Deportivo de la Universidad Católica, cuya insignia cruzada llevó siempre pintada en el dorsal de sus autos de competición.
Luis Hernán Videla ya no está con nosotros (falleció en el año 2012), pero no olvidaremos sus numerosos éxitos automovilísticos, su gran calidad humana y su ejemplar caballerosidad deportiva. Además, tengo una ayuda extra para recordarlo: por esas cosas del destino, en mi colección de artículos de Automobilia tengo la suerte de tener su antiguo casco de carreras que me lo obsequió cariñosamente nuestro común y gran amigo Fernando de la Cruz (Q.E.P.D.)