Las carreras en el Circuito Los Dominicos de 1960
Gran triunfo de Eugenio Velasco en Chevrolet
El Circuito Los Dominicos era a fines de la década del cincuenta el escenario más importante de las carreras de autos en Santiago. Eran muchos miles de espectadores los que acudían a esta urbanización en pleno campo de Apoquindo donde se aprovechaban las calles pavimentadas en un lugar que aún no tenía viviendas ni construcciones, y que con los años llegaría a ser un sector residencial del barrio alto capitalino. Para la historia quedaron las imágenes de los autos de carrera a gran velocidad por esas arterias hoy conocidas como Camino El Alba, Camino Otoñal, Camino del Algarrobo y Camino Las Flores. En esta última calle, con su gran recta en bajada, se situaba la meta y el parque cerrado. Las carreras las organizaban habitualmente la Asociación de Volantes de Chile, juntamente con el Automóvil Club. En el año 1960 ya se habían corrido varias carreras en dicho escenario, de manera que tenía un historial que los aficionados conocían bien, habiéndose distinguido en jornadas de años anteriores los siguientes ganadores: en la carrera inaugural en julio de 1956 venció Nemesio Ravera y luego en diciembre del mismo año lo hizo Raúl Jaras, mientras que en las competencias de 1957 y 1958 se turnaron como ganadores Eugenio Velasco y “Papín” Jaras. En 1959 no hubo carreras en dicho circuito.

Para la esperada versión de 1960, el automovilismo nacional había acordado una finalidad benéfica para la competencia, ya que el total de lo recaudado por concepto de entradas, más lo destinado a premios en dinero, sería donado a los damnificados del terrible terremoto y maremoto que había afectado al sur del país, especialmente la zona de Valdivia.
Los organizadores habían logrado que los buses de la locomoción colectiva, tanto particulares como del Estado, pusieran servicios especiales al circuito, desde la esquina de Providencia con Tobalaba y el Canal San Carlos. Los precios fijados para el espectáculo serían de 2 Escudos por automóvil, con un máximo de seis personas. Los peatones pagarían medio escudo y los niños entrarían gratis.
Con todos estos preparativos la respuesta del público fue increíble, registrándose una afluencia nunca vista de espectadores en una jornada de automovilismo deportivo en nuestra capital. Los cerros y laderas de la nueva urbanización del barrio Los Dominicos albergaban a varias decenas de miles de ávidos aficionados que querían ver el gran espectáculo y gritar alentando a sus pilotos favoritos. La cantidad y calidad de autos y volantes que tomaron parte en este evento fue también muy numerosa en comparación con competencias anteriores.


Para el bronce reproduzco a continuación la nómina oficial de los participantes de esa jornada automovilística deportiva en el memorable circuito Los Dominicos de ese mes de Junio de 1960, entre ellos una mujer de destacada participación (en un “huevito” BMW Isetta), y observándose también muchos nombres conocidos así como otros que harían historia tiempo después:
Primera serie de 01 a 400cc.
Sergio Castro, en Isetta; Jorge Soza, en Messerschmitt, Roberto Ortiz, en Messerschmitt; Alicia de Délano en Isetta; Orlando Quiroz, en Messerschmitt; Oscar Charles, en Messerschmitt; Michel Descatta, Isetta, y Leoncio Provoste, en Messerschmitt.
Segunda serie de 401 a 750cc.
Juan Candia, en Messerschmitt; Julio Bouchon en Citroneta; Jaime Vergara, en N.S.U.; Jorge Runstuck, en N.S.U.; Luis I. Soza, en N.S.U.; Ricardo Herzco, en N.S.U.; Jean Mackan-Meyer, en N.S.U.; César Frías, en Citroneta; Raúl Solis, en Citroneta; Víctor Alonso en Citroneta; Guillermo Ducaud, en Fiat; “H.A.R.D.», en Citroneta, y Mario Amenábar, en Citroneta.
Tercera serie de 751 a 1.200cc.
Jorge Royo, en Ford Perfect; Carlos Valdivieso, en Fiat; Ricardo Boettcher, en Volkswagen; Jaime Vergara, en N.S.U.; Jorge Runstuck en N.S.U., Luis Soza, en N.S.U.; Ricardo Herzco, en N.S.U.; Jean Mackan-Meyer, en N.S.U.; José Vergara, en Volkswagen, y “Autos Lira”, en Renault Dauphine.
Cuarta serie de 1.201 a 2.200cc.
Alberto Reyes, en Simca; Manuel Bengolea, en Austin; Cristóbal Velasco, en Simca; Peña Campos, en Simca; Sergio Castro, en Simca; Juan Castillo, en Simca; Raúl Acuña, en Hillman; Juan Gac, en Simca; Hernán Prieto, en Simca; Guillermo Bustamante, en Simca; Sergio Sepúlveda, en Ford Taunus; Aldo Bottaro, en Alfa-Romeo; Emilio Mora, en Peugeot y Henry Guthrie, en Volvo.
Quinta serie de 2.201 a 3.850cc.
«Terremoto», en Austin; Marcos de la Cuadra, en Ford; Mario Amenábar, en Rambler; León Berezín, en Chevrolet; Andrés Irarrázaval, en Ford; Roberto Cardemil, en Ford; Manuel Lira, en Ford; Raúl Cortés, en Chevrolet; Alfredo Finger, en Chevrolet; Palmiro Alonso, en Ford.
Sexta serie superior a 3.851cc.
Raúl “Papín” Jaras en Chevrolet Impala; “Por si Acaso», en Ford; «Casualidad», en Chevrolet; Renato Tusschaens, en Ford; Sergio Ducaud en Chevrolet y Claudio de Toro en Ford Ranchero.
Gran Sport
Germán Picó, en Austin Healey 3000; Jaime Vergara en Ford Special baquet; Eduardo Ragazzoni, en M. G., y Eduardo Kovacs Jones, en Alfa-Romeo.
Fórmula Chilena Limitada – Turismo Carretera
Nemesio Ravera, en Ford; Pedro Bailac, en Ford; Carlos Niemeyer, en Ford; Alfonso Herrera, en Ford; Orlando Medina, en Chevrolet; Eugenio Velasco, en Chevrolet; Bartolomé Ortiz, en Ford; Eduardo Alarcón, en Chevrolet; Raúl García, en Ford; Víctor Fraile, en Ford; Ismael González, en Ford; Teobaldo Díaz, en Ford; José Manzur, en Chevrolet; «Pecos Bill», en Ford; Renato Tusschaens, en Ford; Humberto Pizarro, en Ford; Ítalo Ozzano, en Chevrolet; Julio Riutort, en Chevrolet.
Los resultados generales de la gran reunión deportiva fueron:
Primera serie
Tres vueltas, hasta 400cc.: 1° Leoncio Provoste, Messerschmitt, 10 minutos 43 segundos; 2° Alicia de Délano, Isetta, 10m. 53s.; 3° Michel Descatta, Isetta, 10m. 54s. 4 quintos; 4° Roberto Ortiz, Messerschmitt, 10m. 56s. 4q.; 5° Orlando Quiroz, Messerschmitt, 11m. 18s., y 6° Jorge Soza, Messerschmitt, 11m. 52s.
Segunda serie
De 401a 750cc., cuatro vueltas: 1° Juan Candia, Messerschmitt, 11m. 22s. 1q.; 2° Jaime Vergara, NSU, 11m. 26s.; 3°Ricardo Herzco, NSU, 11m. 27s.; 4° Jean Mackan-Mayer, NSU, 13m. 51s. 4q., y 5° Guillermo Ducaud, Fiat, 11m. 42s.
Tercera serie
Cuatro vueltas, 751 a 1.200cc.: 1°José Vergara, Volkswagen, 8m. 19s. 3q., y 2° Jaime Vergara, NSU, 9m.
Cuarta serie
Cuatro vueltas, 1.201 a 2.200cc.: 1°Henry Guthrie, Volvo, 10m. 6s. 2q.; 2° Aldo Bottaro, Alfa-Romeo, 10m. 35s. 2q.; 3° Alberto Reyes, Simca, 11m. 6s. 2q.; 4° Manuel Bengolea, Austin, 11m. 9s.; 5° Cristóbal Velasco, Simca, 11m. 46s., y 6° Emilio Mora, Peugeot, 11m. 49s. 3q.
Quinta serie
Cuatro vueltas 2.201 a 3.850cc.: 1°Raúl Cortés, Chevrolet, 11m. 22s. 1q.; 2°Andrés Irarrázaval, Ford, 11m. 51s. 1q.; 3° Palmiro Alonso, Ford, 11m. 57s.; 4° Manuel Lira, Ford, 11m. 58s. 2q., 5° Alfredo Finger, Chevrolet, 12m. 45s. 2q.
Sexta serie
Cuatro vueltas superior a 3.851cc.: 1° «Papín» Jaras, Chevrolet Impala, 9m. 12s. (109,565 kilómetros por hora); 2° Claudio de Toro, Ford Ranchero; 9m. 43s.; 3°Renato Tusschaens, Ford, 10m. 4s.; 4° «Por si acaso”, Ford, 10m. 6s 3q., y 5° Sergio Ducaud, Chevrolet, 10m. 8s. 1q.
Gran Sport
1°Jaime Vergara, Ford Special baquet, 9m. 11s. (109,764 kilómetros por hora); 2°Eduardo Kovacs, Alfa Romeo, 9m. 21s. 3q.; 3°Germán Picó, Austin Healey 3000, 9m. 46s. 2q., y 4°Eduardo Ragazzoni, MG, 11m. 1s. 2q.
Primera serie de clasificación de fórmula chilena limitada:
1ºNemesio Ravera, 4m. 44s. 1q.; 2ºBartolomé Ortiz 4m. 48s. 1q., y 3ºCarlos Niemayer, 5m 18s. 1q.
Segunda serie de clasificación de la fórmula chilena limitada:
1ºEugenio Velasco, 4m. 59s. 4q.; 2ºEduardo Alarcón, 5m. 15s. 2q.; 3ºVíctor Fraile, 5m. 15s. 4q.; 4º»Pecos Bill», 5m. 2q., 5º Alfonso Herrera, 5m. 48s. 2q.

Final de la fórmula chilena limitada, a quince vueltas (63 kilómetros):
La prueba de fondo y más importante de la jornada era final la de la Fórmula Chilena Limitada (coches de Turismo Carretera con reglamento mecánico especial). La primera fila de la grilla la ocupaban los dos mejores tiempos de las series preliminares, el piloto de Audax Italiano Nemesio Ravera y el de Santiago Morning Bartolomé Ortiz, ambos en Ford. Desde la bajada de la bandera fue Ravera quién encabezó el grupo de participantes, seguido de “Bartolo”. Sin embargo, Eugenio Velasco ya en la quinta vuelta había superado en gran maniobra a Ortiz y se transformaba a poco andar en el más enconado rival del líder. No le perdía pisada al Ford de Ravera en su Chevrolet Wayne, manteniéndose a sus espaldas a medida que giraban sumando vueltas.

La multitud rugía cada vez que pasaban los dos punteros separados por solo un par de metros en un verdadero duelo de titanes, al que se sumaba a ratos el gran Bartolomé Ortiz en su coupé Ford, quien corría siempre tercero. Los tres ases no se dieron tregua y se mantuvieron en el mismo orden hasta la vuelta trece. Los competidores bajaron a gran velocidad por la recta de Camino Las Flores, donde estaba la de meta, y los aficionados estallaron en aplausos al apreciar que el acoso de Velasco a Ravera lo llevaba a situarse casi parachoques con parachoques, haciendo ambos bólidos un verdadero tándem. La presión era mucha para quien comandaba el grupo de punta, por lo que al final de la recta Ravera alargó al máximo el frenaje de su Ford para evitar ser sobrepasado, pero lamentablemente se pasó de largo hacia la pequeña rotonda ubicada al final de la bajada, perdiendo el control y haciendo su máquina un trompo al doblar hacia Camino del Algarrobo, situación que aprovechó Velasco para esquivarlo y pasar raudo al primer lugar. Ravera salió rápidamente de la situación embarazosa, pero los segundos de pérdida de tiempo al final fueron decisivos. Pese a que le imprimió la máxima velocidad a su coupé Ford en lo que restaba de carrera sólo logró alcanzar al Chevrolet de Velasco y ponerse pegado a su cola. La llegada a la meta fue el broche de oro para una competencia más que espectacular, ya que ambos coches cruzaron la línea de sentencia casi juntos en una verdadera llegada hípica, ante el griterío y la emoción de la gente.

En definitiva, fue “por nariz” que el representante del club deportivo de la Universidad de Chile, Eugenio Velasco, se impuso en la disputada prueba. El vibrante triunfo de Velasco fue muy estrecho ya que sólo consiguió una ventaja de dos quintos sobre Nemesio Ravera, en la emotiva lucha final. El abrazo en que se fundieron ambos pilotos al término de la carrera dejó en evidencia su amistad y espíritu deportivo, lo que fue premiado con una gran ovación por los espectadores. Fue un desenlace que causó justificada expectación y sin duda una bajada de telón espectacular para una gran fiesta mecánica. Así lo sintió el numeroso público que se retiró más que satisfecho y contento de la excelente jornada deportiva.

Los cinco primeros lugares de la clasificación general oficial de la carrera fueron en definitiva los siguientes: 1° Eugenio Velasco, Chevrolet, 33m. 37s. 2q. (112,444 kilómetros por hora); 2° Nemesio Ravera, Ford, 33m. 37s. 4q. ; 3° Bartolomé Ortiz, Ford, 34m. 43s. 1q. ; 4° Carlos Niemeyer, Ford, 35m. 27s. 3q., y 5° Alfonso Herrera, Ford, 34m. 29s.



En lo personal, para mi ese fin de semana y esa carrera fueron una experiencia muy emocionante e imposible de olvidar. El sábado, en los ensayos y piques de clasificación, mi padre por primera vez en mi vida me permitió acompañarlo de copiloto pese a ser solo un niño de 10 años. El casco prestado me quedaba enorme y obviamente los cinturones de seguridad era bien poco lo que me afirmaban a la butaca derecha del veloz coupé Chevrolet, equipado con el poderoso motor de 6 cilindros con equipo Wayne. Nunca supe a qué velocidad real anduvimos durante esas varias vueltas de preparación, pero estoy cierto que fue muy pero muy rápido a juzgar por cómo pasaban frente a mis infantiles ojos los árboles, postes y el paisaje de los cerros de Apoquindo. Tal vez fue allí donde supe a mi corta edad lo que era la adrenalina, y la disfruté mucho, claro que combinada con una evidente dosis de miedo. Lo veloces que giramos esas vueltas quedó demostrado en los cronómetros, para mi felicidad, y fueron una muestra de que el auto y su piloto eran candidatos al triunfo en la carrera del día siguiente. Los pronósticos acertaron y ese domingo imperecedero quedamos afónicos con mis hermanos alentando al “viejo” hasta el instante en que recibió la bandera cuadriculada que lo proclamaba como ganador. La felicidad familiar fue inmensa, y celebramos hasta altas horas de la noche en casa. Ahora, con la perspectiva de la historia, creo que fue una de las mejores y más disputadas victorias deportivas de Eugenio Velasco Letelier, quién allí en Los Dominicos derrotó por estrecho margen a dos grandes rivales y figuras señeras del automovilismo chileno: sus amigos Nemesio Ravera y Bartolomé Ortiz. No por casualidad los tres pilotos fueron nada menos que Campeones de Chile de Automovilismo en distintos años.

Con esa maravillosa e inolvidable jornada se consolidó el famoso Circuito Los Dominicos, como un verdadero lugar de culto de los aficionados tuercas al iniciarse la década del sesenta. Tanto es así que, años después, era frecuente que los jóvenes acudieran a sus desiertas calles a probar cuánto daban sus autos y a desafiar a correr a los amigos en las noches de fin de semana. Para quienes estuvimos entre aquellos corredores clandestinos, el Circuito Los Dominicos vivirá para siempre en nuestras memorias.
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La prensa santiaguina destacó en sus páginas el importante evento mecánico