El famoso volante José Froilán González ha pasado a ser sin duda una leyenda del automovilismo mundial. Tanto es así que fue nada menos que el primer piloto que ganó un Gran Premio oficial de Fórmula Uno conduciendo un coche Ferrari. En su tierra natal, Argentina, donde logró muchas victorias, era conocido como “El Cabezón” por lo que años después hasta su patrón, don Enzo Ferrari, llegó a llamarlo cariñosamente en italiano “Il Testone”.

Nacido en 1922 en la ciudad de Arrecifes, González debutó en la Fórmula Uno con un Maserati 4C en el Gran Premio de Mónaco de 1950, sufriendo una peligrosa experiencia. Mientras corría se le empezó a incendiar el monoplaza y al percatarse de ello tuvo inicialmente la idea de tirarse al mar, para apagar las llamas. Finalmente, optó por parar el vehículo y lanzarse a rodar por el suelo, resultando lesionado y con quemaduras.

En diciembre de ese mismo año, ya repuesto, vino a Santiago con varios afamados pilotos extranjeros a correr en el único Grand Prix de Chile de la historia (denominado Gran Premio Presidente Arturo Alessandri) en un circuito trazado en el barrio de Pedro de Valdivia Norte, en Providencia. Allí protagonizó una estrecha lucha con Juan Manuel Fangio; duelo que Froilán perdió al final casi “por nariz”. Los argentinos brindaron un espectáculo inolvidable para el público chileno, intercambiándose la punta varias veces y llegando a la meta separados por fracciones de segundo. Hasta el día de hoy los afortunados chilenos que presenciaron esa magnífica carrera en el Circuito de Pedro de Valdivia no olvidan ese duelo memorable de los dos amigos conduciendo los Ferrari 166 de propiedad del ACA, el Automóvil Club Argentino.

Pocos meses después de esa carrera en Chile, Froilán González fue contratado formalmente por la Scudería Ferrari de Fórmula Uno, siendo sus compañeros de equipo los italianos Alberto Ascari, Luigi Villoresi y Piero Taruffi.  En el legendario Gran Premio Británico de 1951 José Froilán, manejando el pesado Ferrari 375 V12, luchó nuevamente codo a codo con Fangio, quien piloteaba un Alfa Romeo 159 del equipo oficial, que era el auto dominador de la categoría. Durante 50 de las 90 vueltas del circuito de Silverstone no se dieron tregua, hasta que González logró dejar atrás al famoso “Chueco de Balcarce”, para finalmente descolgarse solitario en la punta. Aquella fue una victoria casi mítica: dos amigos trabados en una pelea de perros furiosos en la cual el más novato de los dos sería el que saldría airoso. Silverstone era un escenario reciente pues se había inaugurado en 1948, ni siquiera 3 años antes, y Ferrari era un novel equipo que buscaba recién un lugar en el mundo de la Fórmula Uno. Su victoria fue entonces doblemente importante. Los fanáticos ingleses idolatraron a Froilán desde ese día, apodándolo “The Pampas Bull” (El Toro de las Pampas) no solamente por su recio físico sino también por su temple, resistencia y tenacidad. Su habilidad al volante era indiscutible. Su calidad humana reconocida por todos sus rivales.

En la temporada siguiente -1952- Froilán volvería a Maserati, esta vez con el equipo del Automóvil Club Argentino, que fue un ambicioso proyecto patrocinado por el presidente Juan Domingo Perón para potenciar el talento de sus pilotos en Europa. En ese team tuvo de compañero a su amigo y sempiterno rival, el quíntuple campeón mundial Juan Manuel Fangio.

José Froilán González compitió en 26 carreras de la máxima categoría mundial durante nueve temporadas y ganó dos grand prix en el circuito de Silverstone de Inglaterra, en 1951 y 1954.  Fue además siete veces segundo y en cuatro grandes premios tercero; consiguió tres veces la “pole position” y obtuvo en seis oportunidades la vuelta más rápida, sumando un total de 13 podios. En la categoría reina del automovilismo mundial tuvo más de 30 compañeros de equipo diferentes, además de Fangio, entre los que destacaban varios campeones del mundo como Giuseppe Farina, Alberto Ascari, Mike Hawthorn y Phil Hill.

A su brillante carrera deportiva en monoplazas, cabe agregarle que fue el único piloto de nacionalidad argentina en consagrarse ganador de las 24 horas de Le Mans, también con el equipo italiano Ferrari, a bordo de un biplaza modelo 375S. Fue en esa competencia de 1954 donde se graduó definitivamente de héroe al lograr el triunfo después de conducir un total de 17 horas al volante bajo condiciones extremas de lluvia intensa y niebla. Formaba pareja con el francés Maurice Trintignant, quien solamente condujo el Ferrari durante 7 horas. Su enorme resistencia física al volante convertía a González en un piloto muy excepcional.

 

En 1954 fue además Subcampeón Mundial de Fórmula Uno, escoltando a Fangio. En ese año fue otra vez piloto oficial de Ferrari, conduciendo dos chasis diferentes: los Ferrari 553 y 625. No solo fue una temporada prolífera en la máxima Fórmula, sino que también ganó la Copa Acerbo. La mala suerte fue que ganó varias pruebas de Fórmula Uno, pero solo una de ellas era oficialmente puntuable para el campeonato mundial de conductores -el Gran Premio de Inglaterra- cosa de la cual Froilán siempre se lamentaría. Sin lugar a duda, la de 1954 fue su mejor temporada en el automovilismo internacional. Se despidió de la categoría en 1960 al volante de un Ferrari 155.

Estoy cierto que si no hubiese tenido el infortunio de competir en los mismos años que su compatriota, el inmortal Fangio, José Froilán González habría sido campeón mundial de Fórmula Uno. No obstante, es un hecho de la causa que “El Toro de las Pampas” ha pasado a la historia por méritos propios, como uno de los grandes pilotos latinoamericanos del automovilismo mundial y de la Fórmula Uno en particular.

Tuve la suerte de conocerlo y poder charlar con él cuando vino a Santiago a la inauguración de la primera concesionaria de Ferrari en Chile. Allí, luego de la ceremonia y recepción oficial en el hotel Ritz Carlton, permaneció hasta entrada la madrugada conversando, contando anécdotas de su histórica vida deportiva y contestando las numerosas preguntas de los miembros del grupo anfitrión, entre los que yo me contaba. Demostró una simpatía, calidad humana y modestia fuera de lo común, además de ser un gran conversador, por lo que este hombre legendario mucho nos impresionó a los pocos que pudimos disfrutar de su muy grata compañía durante horas. El gran José Froilán González falleció en Buenos Aires el 15 de junio de 2013.