Entrevista a Germán Mayo Correa “GEMACO”
“Debuté como piloto en 1959 en el Circuito Cerro Condell de Curicó (donde también debutó Boris Garafulic en un Volvo), manejando un Ford Ranchero modelo 1957 V 8, cuya única preparación era un buen afinamiento, el escape libre y un saco de arena en la parte de atrás para darle peso en la cola” nos cuenta. También recuerda que, en el Parque Cerrado, cuando el veedor realizó la revisión técnica, sin su autorización la hizo andar y la aceleró a fondo, “ya que estaba buscando un eje de levas que había llegado de USA para esos motores”. Esa maniobra ocasionó un corte de válvula por lo que tuvo que trabajar durante toda la mañana hasta conseguir reparar el motor. Después se supo que el eje de levas especial lo tenía el vehículo de Claudio de Toro, otra Ford Ranchera que también participaba en la carrera.
Su segunda incursión en las pistas tampoco estuvo libre de percances: “Cuando me disponía a correr una carrera Valparaíso-Santiago, llené el estanque en una bomba en Viña del Mar, cuya bencina no tenía el octanaje requerido, lo que le perforó un pistón al motor”.
La primera carrera que corrió en Turismo Carretera fue en el Circuito Parque Cousiño en la capital. Su participación fue poco afortunada pues el motor Chevrolet 235 de 6 cilindros del año 1954, tenía un magneto muy pesado y el piñón se trababa con el engranaje del eje de levas, desgastándolo rápidamente. El auto venía con una caja de Buick de tres velocidades con cambio al piso, pero estaba en muy mal estado. Recuerda “habíamos arreglado el auto en poco tiempo colocándole una caja de cambios de camioneta al piso, y no tenía palanca especial, así es que le pusimos tres mangos metálicos y así no más hacía los cambios.”
“En aquel entonces nos reuníamos en la Asociación de Volantes de Chile AVOCH, que era el único club que concentraba a todos los pilotos de las distintas ciudades, y un grupo de jóvenes le dimos un nuevo impulso por lo que fuimos nombrados en el directorio. Años después formamos la rama de automovilismo de la Universidad Católica, y esa fue la mejor y más fructífera época del automovilismo”. De los jóvenes volantes de la UC con quienes levantó el deporte automovilístico de esos años recuerda a Luis Hernán Videla, a los hermanos Gimeno, a Mario Queirolo, a los hermanos Amenábar, a Juan Armando Band, a los hermanos Bengolea, a Germán Picó, y a los hermanos Comandari.
Mayo siempre representó a los colores de la Universidad Católica y en su larga carrera deportiva tuvo dos copilotos los cuales alternaba en cada competencia: su hermano Rodrigo Mayo y su mecánico Raúl Bravo. Este último también preparaba sus vehículos, junto a José Toledo en el taller GEMACO
La especialidad de Germán Mayo como piloto fueron los circuitos, participando en muchas ocasiones en el de “Las Barrancas”, entre los años 1962 y 1965, escenario donde fue particularmente exitoso con varios triunfos a su haber, lo que lo consagró entre la afición deportiva. En estricto rigor obtuvo allí tres primeros lugares, tres segundos y un cuarto puesto. Fue el piloto más exitoso en ese histórico escenario del sector poniente de la capital. Sin duda este palmarés espectacular lo llevó a aparecer nada menos que en la portada de la antigua y famosa revista Estadio, como una de las grandes figuras del automovilismo nacional.
En 1965 hizo debutar un nuevo auto en el Circuito Los Dominicos donde protagonizó un vibrante duelo con el campeón Raúl “Papín” Jaras. “Ese auto fue armado y preparado íntegramente en mi garaje GEMACO y creo sin lugar a duda que fue el TC coupé más bonito fabricado en Chile, además de muy competitivo”. Corrió también en muchos otros circuitos como en el de Playa Ancha, La Florida, Limache, Viña del Mar, el Circuito de Arica en El Morro y los autódromos Las Machas y Roca Roja en Antofagasta, cosechando más éxitos.
También participó en pruebas internacionales, como el Circuito Parque General San Martín en Mendoza en Turismo Carretera, obteniendo el cuarto puesto y siendo el chileno mejor clasificado. En Las 6 Horas de Lima de 1967, compitió en Carrozados piloteando un Volvo, con Luis Hernán Videla de coequipo, logrando un excelente tercer puesto.
Una de las competencias que más recuerda y que lo marcó fue el gran premio “Las Dos Provincias” del 25 de noviembre de 1962, donde participó en el Chevrolet modelo 1950 que había pertenecido a Papín Jaras y que adquirió de Renato Tuschaens. Con ese vehículo, que fue preparado en su garaje GEMACO, ganó la primera etapa con récord a Valparaíso desde la copa de agua de Cerrillos hasta la Avda. Argentina, con un tiempo de 53 minutos clavados. La segunda etapa de vuelta a Santiago la ganó Raúl Jaras, quien también se adjudicó la carrera por suma de tiempos, aventajando a Mayo apenas por un minuto y cuatro segundos de diferencia. Germán Mayo logró así un récord y un muy meritorio segundo lugar en el Gran Premio. Años después participaría en varias versiones del famoso Gran Premio SOPESUR, pero la suerte le fue adversa, logrando solamente puestos secundarios.
En 1971 haciendo binomio con Juan Armando Band, a bordo del potente Austin Cooper S de éste, obtuvieron un brillante segundo lugar en Las Seis Horas Chilenas realizadas en el Autódromo Las Vizcachas.
Dentro de las anécdotas que recuerda de su carrera como piloto está la que le ocurrió en el mismo circuito de Las Vizcachas años después, cuando en la tercera curva se encontró de frente con la liebre de su hijo Germán que había tenido un roce con otro competidor. Ambos se corrieron instintivamente a la izquierda y se tocaron fuertemente dañando tapabarros, rueda y puerta derecha, quedando los dos fuera de carrera. Al llegar al Parque Cerrado, Mayo le preguntó a su hijo homónimo cuál había sido su pensamiento en ese momento y éste respondió: “la mamá nos va sacar la mugre por chocar entre nosotros”. Mayo padre reconoció haber pensado lo mismo. Vale mencionar que ambos Mayo, Germán Mayo Correa y Germán Mayo de Goyeneche, fueron los primeros en correr padre e hijo en autos iguales en Turismo Carretera: dos liebres fabricadas en Argentina con plataforma Torino y motores Chevrolet. Su hermano Rodrigo corría otra liebre, pero con motorización Ford. Así, la escudería GEMACO llamaba la atención de los aficionados con estas espectaculares liebres de TC pintadas iguales.
Germán Mayo Correa reconoce en Papín Jaras a su más grande y enconado rival y en el mendocino Jorge Penna a su mentor e ídolo. Penna le dio varios “trucos” para preparar sus automóviles, dentro de los cuales destacan el Chevrolet 1950 (ex Papín Jaras) y la cupecita TC Chevrolet, motor 235, año 1954 de 3 carburadores, chasis del año 1932 y carrocería coupé 1936. Aparte de estas máquinas, nos cuenta que en su larga trayectoria corrió además en Volvo, en Ford Ranchera, en Mini Cooper, y hasta en un Saab, culminando su actividad en la potente Liebre Chevrolet azul con amarillo con la que se lucía en Las Vizcachas. De esta última época, se emociona al recordar y elogiar a su hijo Germán “con quien compartimos aventuras y trabajos preparando nuestros autos, con escasos medios, pero con gran ingenio. Un excelente piloto desde niño, que debutó a los 17 años en TC y que cuando corríamos en autos iguales le tenía prohibido que me pasara en las curvas. Le dije que allí no lo dejaría pasar por ningún motivo, para no hacer el loco”.
La carrera de Germán Mayo Correa en el automovilismo nacional fue muy destacada no solo en las pistas y rutas, sino también como dirigente, llegando a ocupar la presidencia de la Asociación de Volantes de Chile, de la rama de automovilismo y, después, de todo el Club Deportivo de la Universidad Católica. Tuvo un papel relevante en la formación de la Federación de Automovilismo de Chile, Fadech (de la cual fue también presidente) y de la ANAVE, Asociación Nacional de Velocidad.
Dentro de sus grandes aportes al deporte tuerca se encuentra la construcción del Autódromo Rocas de Santo Domingo, del que fue artífice y mentor. Allí, si bien no logró triunfos con su Turismo Carretera, se alzó varias veces con la victoria en la serie Carrozados piloteando su famosa Ford Ranchera. Hace memoria: “El Autódromo de Rocas de Santo Domingo fue un esfuerzo particular en el que trabajé con un grupo de amigos del balneario, y con don Ernesto Bozzo, a quien entusiasmé para que nos cediera un terreno en la parte baja aledaña al río Maipo. Hicimos allí varias carreras hasta que un alcalde nos quitó una de las rectas del circuito (que habíamos rellenado pues era un pantano) para hacer una avenida sobre nuestro terreno, dejándonos sin el circuito”. Hoy todavía se distingue la pista donde corrieron los bólidos en esas tardes atestadas de público, las que marcaron un hito en el automovilismo de antaño.
Este gran piloto y dirigente deportivo de lujo reside hoy precisamente en Rocas de Santo Domingo, y es actualmente presidente de la Asociación Automovilística del Litoral Central y miembro del Tribunal de Honor de Fadech. GEMACO, la sigla mágica con su nombre es hasta hoy un símbolo histórico que es recordado con cariño y admiración por todos los aficionados al automovilismo deportivo.
