1946 La Primera carrera de autos después de la Segunda Guerra
Durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial se produjo por razones obvias un obligado y largo receso en las carreras de automóviles. Entre otras cosas, hubo una drástica restricción en el uso y venta de combustibles, de manera que la gran mayoría de los coches particulares fueron guardados. Por cierto, que con mayor razón aún pasaron a ocupar un lugar en bodegas y garajes aquellos bólidos que se utilizaban para las competencias automovilísticas. Sin embargo, aún concluido el conflicto bélico las máquinas de carrera debieron continuar empolvadas, ya que no se produciría una reactivación inmediata de las competiciones deportivas, las que deberían esperar aún varios meses más. Muchos preparativos, arreglos y devaneos organizativos hasta que por fin a fines de 1946 se produjo el gran acontecimiento. En el caluroso mes de diciembre, y como un verdadero regalo navideño para los tuercas, se llevaría a cabo la primera carrera de autos de la post guerra en la capital de Chile. La competencia se realizó bajo la modalidad “fuerza libre”, sin limitación alguna de autos ni motores, en un nuevo trazado ubicado en una zona de arenales del sector poniente de Santiago, el que tenía una distancia de casi 15 kilómetros por vuelta, y que años después sería conocido como el Circuito de Barrancas.


El desafío era a diez vueltas al circuito, y en él participaron los mejores pilotos de ese entonces, entre ellos Tito Fernández, Luis y Pedro Campos, Bartolomé Ortiz, los hermanos Cugniet, René Astorga, Julio Alonso, Oscar y Francisco Cremer, Jorge Soza, etc. Los competidores se ordenaron en filas de a dos y la impresionante largada de todos los bólidos al unísono dejó emocionados a los cientos de espectadores que llevaban años recordando estos espectáculos. Al cumplirse la primera vuelta los coches, ya más separados, se dejaban ver en toda su impresionante velocidad, comandando el pelotón el Ford monoplaza con el N°1 del famoso y popular piloto Tito Fernández, seguido de René Astorga en su Ford baquet conocido popularmente como “El Burro”. Lamentablemente, Astorga debió detenerse pronto (en la tercera vuelta) a cambiar una rueda, con lo que perdió posiciones y un valioso tiempo. Subió entonces al segundo lugar el Chevrolet de Pedro Campos, seguido de cerca por los autos de los Cugniet y de Bartolomé Ortiz, quien a medida que transcurría la carrera logró encaramarse hasta la segunda posición. Ortiz y Campos lucharon luego rueda a rueda por un largo rato, luciéndose por su pericia al tomar las curvas de La Estrella y Robles. Protagonistas importantes de la carrera fueron también sin duda los conocidos hermanos Luis y Emmanuel Cugniet, el primero en un monoposto descubierto y el segundo en un Ford coupé, quienes no se dieron tregua en su duelo fraternal.


Pero la buena racha de Fernández le duraría solo pocas vueltas, ya que una falla en el diferencial dejó parado al líder a la vera del camino. Ortiz por su parte, experimentaría fallas mecánicas que le obligaron a bajar su ritmo de velocidad cuando apenas faltaban dos vueltas. Heredó así con facilidad el liderato Pedro Campos, en su consistente y veloz Chevrolet , y la emoción la puso en seguida la espectacular remontada de René Astorga, quien se arriesgaba tomando las curvas derrapando al máximo para recuperar el terreno perdido con su inesperada detención, logrando adelantar autos vuelta a vuelta, hasta lograr arrimarse al puntero.
En definitiva, el resultado de esta espectacular jornada, al cabo de las 10 vueltas (150 kmts.), quedaría para el bronce: el triunfador – al increíble promedio de velocidad de 124,191 k/h – fue el Chevrolet coupé N°4 de Pedro Campos y segundo fue el esforzado René Astorga en el Ford baquet N°5 En el tercer puesto se ubicó Luis Campos, en cuarto lugar llegó el Pontiac de Julio Alonso, y en quinta y sexta posición clasificaron los Ford de los hermanos Luis y Emmanuel Cugniet .


